Y el día, el gran día en el que mi amiga rabia me abandonó, congregué en la punta de la lengua todo aquello que se escondía todas las mañanas detrás de mi taza de té con limón:
-Camarero!
Sírvame un menú de sonrisas contagiosas, y de postre tarta de labios alegres con hoyuelitos a los costados.
miércoles, 12 de agosto de 2009
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