sábado, 22 de agosto de 2009

Eres mi cigarrilo imaginario.


Te pienso entre mis dedos, y a pesar del daño que me haces... Te fumo como si fuera la primera vez que lo hiciese, notando cómo me rompes el corazón, recorriendo cada rincón de mi cuerpo con tu estela de humo gris, torturando cada lugar donde es feliz mi oxígeno...
Me retuerce que parezcas ser solo mío mientras te consumes, ardiendo cada vez que mis labios te rozan, al compás de mi pecho, dejando tu sucia ceniza como fe de lo que, durante al menos un momento, fue fuego.





Y ya cuando mi boca esté saciada y  no puedas entregarme más, te pisaré como tantas otras veces, amando más que nunca la parte que has dejado adentro.


Aun así siempre me voy de puntillas procurando no hacer ruido antes de que despiertes, por que sé que la magia se rompería al amanecer abrazado a un triste cigarrillo apagado.