lunes, 26 de abril de 2010

Mi amor

Hay un elefante en mi barriga que me pregunta por ti.
También los pajarillos de mi pelo y las hormiguitas de mis dedos andan preocupados.
Incluso hoy por la mañana el rinoceronte que vive en mi nariz ha salido a ver qué pasaba,y ha asustado al pequeño pingüino que dormía al otro lado de mi nariz...
Querían hacer una revolución para encontrarte, yo sé que no quieres que te vean, pero no me ha quedado mas remedio que decirles lo de la casita que te hice bajo mis párpados, para verte siempre cuando cierro los ojos.
No te van a molestar,ya les dije que solo yo te puedo ver, así que duerme tranquilo.

La lucha insignificante


Ahora ves todas las cosas claras. El amor robado, el tiempo perdido, la lucha insignificante. 
Me duele recordarte que te lo dije, pero te lo dije. Con 16 años enamorarse es como ponerle un sello a una vaca,es marcarte de por vida, y cada vez que te miras el culo.... Ahí lo tienes. Persiguiéndote. El recuerdo, sus palabras, los momentos congelados persiguiéndote, para que nunca seas la misma. Te siguen y se vuelven piedras que se unen al muro que estabas formando, para hacerlo más alto y juntar mas miedos contra los que el siguiente tendrá que luchar.
Con 16 años aún sabes admirar con todo el brillo, entregas partes de ti que ni tu conoces y así vas cambiando mediante otro cuerpo... 
Día tras día mudas tu piel, tus formas, y tu brillo se hiere, y también así poco a poco desapareces para luego extrañarte y llorar...

...por el tiempo perdido, por el amor robado y ,sobre todo, por la lucha insignificante.

Por las noches.

A veces hablábamos, hablábamos de verdad, y así nos queriamos. Teníamos conversaciones por teléfono con sonrisas de por medio, calladas, con los parpados bajados, con la sonrisa muy abierta,y los pensamientos muy lejos.

Y me lo contaba todo.

Sabía qué música ponerle a cada conversación, a veces su voz era música, a veces la música era su respiración,y cuando no había música, ni teléfono, ni distancia.... Quedábamos los dos.

Y juntos, éramos tan grandes que llenábamos la habitación... Y no cabía distancia, ni teléfono ni música cuando por las noches éramos menos que dos.

domingo, 27 de diciembre de 2009

Brassens

-No, a la gente no gusta que  uno tenga su propia fe,
No, a la gente no gusta que uno tenga su propia fe,
Todos, todos me miran mal. . .¡Salvo los ciegos! Es natural.
Cuando hay fiesta nacional, yo me quedo en la cama igual
que la música militar nunca me supo levantar.
En el mundo pues, no hay mayor pecado que el de no seguir 
al abanderado.
 
 

domingo, 6 de septiembre de 2009

La luna más pequeñita.

Yo soy de esas que miran la Luna. De las que queman papel y juegan con el fuego encima de la cama. Que juegan con las palabras, y con las letras, las junto en la boca y las escupo en humo. Que cuentan estrellas, y se quedan mirando como parpadea su estrella favorita, así como un niño mueve sus párpados cuando despierta. Y despierto yo, y las vuelvo a contar.
Asi que no me preguntes cuantos años tengo, en qué trabajo o qué música escucho. Eso no importa.
Por que yo soy de esas que miran la Luna...

domingo, 23 de agosto de 2009

París

- Caruru lo de París.... Se me queda grande.
- Finjo no haberlo escuchado. Y sólo por que es mejor para ti.
- Caruru... No saques tu careta de enfadada tan rápido, anda, que es muy fea.
- Sabes, ya me monté una película; me vi paseando por París contigo, cruzando el sena en barquito, abriendo mucho los ojitos en el Louvre...
- ...y?
-¡ Sabes cuánto odio que interrumpan mis películas!

sábado, 22 de agosto de 2009

Eres mi cigarrilo imaginario.


Te pienso entre mis dedos, y a pesar del daño que me haces... Te fumo como si fuera la primera vez que lo hiciese, notando cómo me rompes el corazón, recorriendo cada rincón de mi cuerpo con tu estela de humo gris, torturando cada lugar donde es feliz mi oxígeno...
Me retuerce que parezcas ser solo mío mientras te consumes, ardiendo cada vez que mis labios te rozan, al compás de mi pecho, dejando tu sucia ceniza como fe de lo que, durante al menos un momento, fue fuego.





Y ya cuando mi boca esté saciada y  no puedas entregarme más, te pisaré como tantas otras veces, amando más que nunca la parte que has dejado adentro.


Aun así siempre me voy de puntillas procurando no hacer ruido antes de que despiertes, por que sé que la magia se rompería al amanecer abrazado a un triste cigarrillo apagado.

miércoles, 12 de agosto de 2009

Los novios de las flores

Mientras me lo contaba aparecieron sus ojos de luna. Los ojos de luna de Zoe  me hacen soñar, los pone grandes, le brillan y se tornan de un azul aún más intenso, si cabe.
Decía en idas y venidas de pasión infantil que había visto más de cien flores juntas.
-"¡Tan juntitas mami!"- me contaba.
Decía también que allí habia animalitos que besaban las flores.
-"¡Pesiosos mami!Me hasían coquillitas en los oíros.
 Así zrrrzzzz (pone cara de abejita) ¡Eran los novios de las flores!

A veces Zoe me hace pensar que me dejo los ojos en casa.

Gritándote a la espalda


Y el día, el gran día en el que mi amiga rabia me abandonó, congregué en la punta de la lengua todo aquello que se escondía todas las mañanas detrás de mi taza de té con limón:

-Camarero!
Sírvame un menú de sonrisas contagiosas, y de postre tarta de labios alegres con hoyuelitos a los costados.

lunes, 3 de agosto de 2009

El metal redondo y el papel tosco


El hombre blanco adora el metal redondo y el papel tosco. Todavía no he comprendido el porqué, pero basándome en lo que he visto puedo afirmar que la vida del hombre blanco gira al rededor de lo que llaman "dinero", lo invocan como a un Dios.
Cuando les hablas de lo pleno que es andar descalzo por la playa o de meditar saludando al sol, te tomarán por chiflado, evacuarán la conversación con dos leves movimientos de cabeza. Sonríe por tu majadería. Pero en cuanto les muestres una pieza de metal redondo o un par de papeles toscos y arrugados, entonces es cuando sus ojos se iluminan y su interés por la conversación, sea cual sea, será pleno.

Lèo

Por primera y última vez


No des por hecho que porque soy una mujer me voy a enamorar.
No creas que porque soy joven necesito que me cuiden.
No quiero escuchar que tienes lo que necesito porque, ¿cómo podrías saberlo antes que yo?
Tienes que entender lo mío,tuve una vida de locura y nadie vino a abrirme los ojos.
Tú toma lo que puedas y no te preocupes, porque cuando sienta algo no lo voy a dejar seguir.
Por favor créeme, que ya estuve en este lugar y estoy de vuelta. No busco las cosas que el amor trae, todavía estoy buscando algo superior.


No esperes que me abra y porfavor no me digas lo que crees que quiero escuchar e intenta quedar bien,sé original con tu silencio...
Por que todo lo que me puedas decir,ya me lo han dicho antes.

Nicòle

Cosas que pasan antes de dormir


Algo que me abraza la garganta provocando un nudo fantástico al pronunciar palabras, que me hace sentir frágil y me aterra es saber que te puedo perder.
Solamente pensarlo basta para que se derrumbe lo más íntimo de mí, porque como sabes puedo crear historias fácilmente sin haberlas vivido,puedo construir una pequeña pregunta en una enredadera de respuestas, puedo pensar lo que sea peor porque así soy yo.
Y eso que me llena de impotencia, de lágrimas, que me derrumba poco a poco es el miedo que empieza por perderte para siempre. Ese mismo miedo que a veces se desvanece, resurge y desaparece, del que sin saberlo no me puedo alejar, porque crece a medida que nos acercamos y crece también cuando la distancia y el tiempo permiten que te extrañe cada vez más, olvidando como sería poder separar la parte que te corresponde en mi cuerpo de mí misma. . .

Léo

Voz y piano


Si fueses una melodía, sonarías a agua de la que viaja entre los dedos, acariciándolos sin darse cuenta, muy caliente. Algo suave in crescendo, directo, arrebatador, como el sexo en una bañera de espuma rodeada de velas.
Por las mañanas serías la canción más dulce de Yann Tiersen, y en las noches, cualquier maravilla en bajito de Pavarotti. Y sé que cuando yo rozase tus cuerdas, interpretarías tu sonrisa de niño pequeño que más me gusta, la que está manchada de chocolate.

Léo